Si hay algo que caracteriza al Pueblo Mágico de Tequila es su gran acervo cultural. Es común que, al caminar por sus calles, se pueda escuchar a las personas murmuran historias de los grandes charros que alguna vez vivieron ahí o las leyendas sobre bebidas ancestrales, los dioses antiguos y los lugares secretos. De hecho, una de las historias que mejor representa los orígenes y el patrimonio de Tequila, habla precisamente de un lugar, los lavaderos.
¿Qué son los lavaderos de Tequila?
Construidos a inicios del siglo XX como una solución a la escasez de agua a la que se enfrentaba el pueblo, eran unas construcciones utilizadas por las amas de casa para lavar la ropa y como punto de reunión para compartir sus alegrías. Su estructura fue tan simple y funcional que no tardaron en hacerse famosos entre los pobladores. La idea general era utilizar el caudal del arroyo Atizcua para abastecer de agua limpia las 83 piletas de lija liza donde se podía fregar la ropa.
Al pasar el tiempo, estos lavaderos pasaron a ser un lugar de encuentro social. Las amas de casa se reunían ahí en una versión antigua de lo que sería ir por un café. Se decía que en los lavaderos se compartían las alegrías y los pesares al unísono de los silbidos de una canción de amor. A pesar de que los lavaderos se concibieron en un inicio para ser utilizados por las mujeres, los románticos charros no tardaron en acercarse a cortejarlas. De ahí que viene el famoso dicho mexicano “hombres a ligar, mujeres a lavar”.
En la actualidad, al ya no ser utilizados para el fin con el que fueron creados, se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos del Pueblo Mágico de Tequila. No sólo por su pasado histórico, sino que también por las leyendas que se cuentan.
Una de las más conocidas es aquella de Doña Félix. Según la historia, ella comenzó a lavar ajeno desde que tenía quince años. Al ser de estatura pequeña y no alcanzar el lavadero, utilizaba un pequeño banco de madera. Los años pasaron y la joven Félix prontamente se convirtió en una anciana conocida por siempre lavar en el mismo lugar. Hasta que a los 85 años fallece por causas naturales. Es entonces que la verdadera leyenda comienza.
Después de su muerte, los habitantes de Tequila decidieron guardar el famoso banquito de Doña Félix con la idea de que nadie lo utilizaría otra vez. A la mañana siguiente, el banco apareció justamente donde la difunta solía utilizarlo y así repetidas veces. Entonces, llegando a un acuerdo, los tequiléenses lo fijaron al piso con cemento con la idea de que cuando Doña Félix regresara del más allá, pudiera seguir lavando. Se dice que, si visitas los lavaderos de Tequila en la noche, aún podrás ver y escuchar a Doña Félix fregar la ropa.
¿Cómo llegar a los lavaderos de Tequila?
Desde Fabrica la Rojeña®, deberás ir todo derecho aproximadamente una cuadra hasta la calle Ramón Corona. Ahí, gira a la derecha y sigue hasta encontrar la calle tabasco. Casi al final de ésta los encontrarás.
Sí eres un amante de las caminatas y disfrutas de una ciudad con hermosas construcciones coloniales y calles empedradas, es recomendable que hagas este trayecto a pie. Sin embargo, debido a la distancia; también puedes tomar un taxi. Únicamente, haz una pequeña escala en los carritos José Cuervo y prueba los deliciosos cantaritos. Además de su inigualable sabor, son excelentes para combatir el calor.
Indudablemente, los Lavaderos de Tequila son una de las tradiciones más arraigas de este pueblo. Por lo que no te puedes perder la oportunidad de visitarlos.